Nuestro cuerpo está compuesto por múltiples zonas erógenas como los labios, la espalda, los senos o las orejas que, al tocarlos, despiertan y estimulan el placer sexual debido a las millones de terminaciones nerviosas que se encuentran localizadas en estas partes. Sin embargo, el cerebro es uno de los órganos más importantes a la hora de interpretar y sentir excitación. Conoce porqué el sexo está en el cerebro.
¿Cómo se conectan el cerebro y el sexo?
El placer y el disfrute en la sexualidad está relacionado con diferentes factores tanto físicos, químicos como mentales. El cerebro es uno de los órganos fundamentales que ayuda a procesar la información transmitida por los sentidos y, por tanto, quien tiene el juicio final a la hora de sentir deseo y excitación en una relación sexual. Es por esto que seguramente has escuchado decir que el sexo está en el cerebro, pues tanto él como el sistema nervioso controlan las glándulas sexuales y los genitales, contribuyendo o no, a sentir deseo sexual.
Una de las explicaciones sobre esta idea reside en que cuando nos gusta o nos atrae una persona, incluso antes de mantener relaciones sexuales con ella, el cerebro segrega mayor cantidad de dopamina, una de las muchas sustancias químicas que usan las neuronas para comunicarse entre ellas y que es frecuentemente considerada como la causante de sensaciones placenteras y de relajación.
Otra de las sustancias que se activan durante la atracción es la oxitocina, que también es conocida como la “hormona del amor”. Esta hormona está directamente relacionada con el placer y el afecto, ya que ayuda al cerebro a sentir cariño por las personas que componen nuestro entorno. Así, durante las relaciones sexuales el cuerpo libera mayor cantidad de oxitocina, la cual actúa sobre los sistemas del cerebro relacionados con el placer, incrementando la complicidad, el afecto y la confianza con la pareja.
Estas dos sustancias son pues ingredientes indispensables que el cerebro produce de manera involuntaria y que permiten que disfrutemos del sexo con la persona que nos activa su flujo en nuestro cuerpo. Por tanto, aunque podamos sentir profundo placer mediante la estimulación de zonas erógenas, cuando sentimos atracción por una persona, el cerebro segrega mayores cantidades de estas sustancias que contribuyen a la generación de sensaciones positivas y agradables durante la relación sexual.
El poder del cerebro en la sexualidad
Siempre hemos sabido que la mente es poderosa y en la sexualidad no es diferente. Como vimos, el cerebro tiene una gran influencia en el placer y la excitación sexual, y es especialmente útil para alcanzar el orgasmo. Entre las sensaciones que ayuda a propiciar, encontramos el aumento del deseo y el enamoramiento gracias a la oxitocina, la desaparición del miedo, el estrés y la ansiedad durante el clímax en la relación sexual, y en el caso de los hombres, emite impulsos nerviosos que controlan la función eréctil por lo que se sabe que la erección es, en gran parte, un resultado de tipo psicológico.
En este sentido, si bien la mente nos puede ayudar a sentir deseo y excitación con una persona, también puede hacer que no sintamos nada. Esto sucede cuando en lugar de estar disfrutando de la relación sexual, estamos pensando en otros asuntos o preocupados por algún tema en concreto. Estos pensamientos hacen que el cerebro, que es el órgano que controla la respuesta sexual, no se conecte con los estímulos recibidos durante la relación sexual y, por lo tanto, no reaccione adecuadamente ante la excitación. Así mismo, el tipo de ideas o pensamientos que tengamos con respecto a nuestro propio cuerpo o, a nuestras habilidades y competencias sexuales, también influirá en la relación sexual pues si son de carácter negativo, pueden generar bloqueos físicos o mentales que nos cohíben para disfrutar de la sexualidad plenamente.
Es por esto que cuando escuchamos decir que el sexo está en el cerebro, debemos saber que el pensamiento es un instrumento esencial en la sexualidad humana, pues tiene la capacidad de erotizar o deserotizar un cuerpo mediante las percepciones generadas por los sentidos y procesadas por la mente. Por ello, para disfrutar de los encuentros sexuales es necesario que la mente y el cuerpo tengan el mismo objetivo y estén conectados. De igual forma, para sentir placer y satisfacción, es importante que el cerebro se concentre y se entregue totalmente a la acción que se está realizando.
En definitiva, vivir el “aquí y el ahora” en el sexo, es uno de los imperativos indispensables para garantizar el deseo y la excitación. Para conseguirlo basta con poner las antenas en nuestros sentidos, dejarnos llevar por las fantasías eróticas que nos distraigan de nuestra rutina o de nuestros pensamientos y disfrutar del momento, teniendo en cuenta que el único propósito es dar y recibir placer.
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