Comenzar y terminar el día a día sin una pizca de estrés, frustración o cansancio, quizá, sería el estilo de vida al que todos le queremos apuntar; sin embargo, la verdad es otra y siempre terminamos pensando en el trabajo, en las cuentas del mes, en los problemas de salud, en aquellas relaciones que se fracturan, o incluso, cargándonos por cuestiones externas que poco o nada tienen que ver con nosotros, como es el caso de las noticias que, generalmente, escuchamos en la radio o vemos en la televisión.
Impacto del estrés en nuestro día a día
No existe una fórmula indicada que nos ayude a reducir el estrés de un momento a otro, a diferencia de un dolor de cabeza para el cual nos podemos tomar una pastilla y al cabo de unas horas encontrarnos más aliviados. Con el estrés, no funciona así; pues muchas veces no somos lo suficientemente conscientes de sentir y aceptar que estamos estresados, lo que supone un ejercicio mental más pausado, que requiere práctica, voluntad y un cambio de perspectiva.
Si bien, hay situaciones que desencadenan el estrés, éste suele tener mayores repercusiones en el día a día y, según la persona, se pueden exteriorizar de diferentes maneras. Por ejemplo, hay quienes ante una situación que les genera duda, malestar e inquietud, comienzan a comer más y, esto a futuro podría causar sobrepeso o enfermedades digestivas. Asimismo, existen otras personas que tienden a dormir más, incluso, están a las que el estrés les causa insomnio o también se exceden con el alcohol y caen en episodios depresivos.
Importancia de meditar cuando hay estrés
¡A que nunca has escuchado la historia del vaso con agua! Una increíble reflexión que podemos encontrar en varias páginas de motivación y superación personal. Pues bien, también quisimos compartirla en este artículo con todos nuestros lectores, porque sabemos que quizá haya alguien pasando por una situación inquietante y que necesita conocerla:
Alguna vez estaba una psicóloga dando una charla en un auditorio y en un momento cogió un vaso con agua y lo levantó, preguntándole a los demás asistentes cuánto creían que pesaba ese vaso con agua. Las respuestas más comunes rondaron entre 100 y 500 gramos. Lo que ninguno de los allí presentes esperaba era que, finalmente, el peso absoluto no era lo más importante, sino el tiempo que lo sosteníamos. Pues a medida que pasaran los minutos, las horas o los días, éste sería más fuerte y comenzaría a provocarnos mayor dolor.
Así mismo sucede cuando sentimos un rebozo de estrés y ansiedad que creemos no poder controlar, y está bien. Sin embargo, cuando somos conscientes de que una situación en particular está afectando nuestra salud física y mental es cuando debemos tomar cartas en el asunto y buscar alternativas que logren darnos ese equilibrio de energías, sentimientos y emociones, que tanto necesitamos: la meditación es una opción ideal para estos casos.
Beneficios de practicar meditación
Siempre lo diremos: la meditación es la medicina del alma; y ya sabemos que cuando adentro todo anda bien, afuera no para de brillar. Practicar este arte tiene beneficios increíbles para tu bienestar físico y emocional; así que ante la pregunta ¿Cómo reducir el estrés? ¡Meditar es la respuesta!
Cuidado del bienestar emocional
Una de las razones por las cuales cada día más personas se unen al mundo mindfulness y de la meditación, es su gran aporte a la salud mental y por ende, a la calidad de vida. Entre sus beneficios más conocidos encontramos:
Ayuda a reducir las emociones negativas, como el estrés, la frustración, la preocupación o la ansiedad.
Permite encontrar paz mental y satisfacción con las vivencias del aquí y el ahora.
Mejora notablemente la calidad del sueño.
Refuerza la autoestima y confianza.
Ayuda a construir hábitos más saludables.
Prevención de enfermedades y control de síntomas
La meditación es un ejercicio mental que conlleva a un estado profundo de relajación y hace que te sientas más tranquilo de noche y de día. Sin embargo, a partir de esta estimulación se logran obtener muchos beneficios para el sistema inmunológico, lo cual también ayuda a prevenir enfermedades de todo tipo.
¿Qué pasa en tu cuerpo cuando practicas meditación?
Mejora tu estado de ánimo y aumenta tu energía.
Se disminuye el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares o pulmonares ya que se trabaja adecuadamente con técnicas de respiración.
Meditar ayuda a estabilizar tu presión arterial.
Fortalece la memoria y la capacidad de concentración.
¿Cómo iniciarse en el mundo de la meditación?
¡No! No necesitas tanto dinero, ni saberte de memoria todos los mantras y mucho menos haberte leído todos los libros de Deepak Chopra; aunque si conoces del tema, no vendría nada mal. Iniciarte en el mundo de la meditación podría resultar mucho más fácil de lo que te imaginas. Bastará con que tengas la plena disposición de hacerlo mínimo 5 minutos durante tu rutina diaria. Algunos consejos para comenzar a practicar la meditación son:
Sacar de tu armario prendas cómodas y frescas con las cuales te puedas mover fácilmente.
Dirígete a un lugar que te transmita tranquilidad. Procura que sea lejos del bullicio u otras distracciones.
Opta por una posición con la que te sientas a gusto: hay quienes eligen meditar sentados, y a quienes les va mejor si lo hacen acostados.
Concéntrate en tu respiración… ¡Ya hablaremos más de esto!
Técnicas para meditar cuando tengas estrés
Antes de llevarte a la cama todos esos pensamientos que te agobian y generan un desequilibrio emocional en ti, piensa en las diferentes formas que existen para concentrar tu energía y apaciguar el dolor. Date un momento para desconectarte y quizá, analizar más a fondo tu emoción.
En TENA estamos comprometidos con tu bienestar y por eso, te compartimos tres técnicas de meditación que te ayudarán a resolver cómo reducir el estrés.
Respira conscientemente ¡Inhala… exhala!
Inhala… exhala… y fíjate en cómo el aire entra por tu nariz hasta llegar a tus pulmones. Solo concéntrate en tu respiración ¡Hazla pausada y tranquila! Si la haces profunda y con conciencia es suficiente para sentir cómo tu cuerpo se relaja y tu mente se despeja. Por eso, desde muy pequeños, en los momentos de tensión, furia o agotamiento, el mejor consejo que alguien nos podía dar era “Calma, respira, todo estará bien”, y sí que lo estaba.
Existen diversas técnicas de respiración, entre ellas las más comunes:
Respiración profunda: se trata de inhalar profundamente la mayor cantidad de aire que puedas, retener por un tiempo tu respiración y exhalar de forma lenta. Se recomienda llevar a cabo este ejercicio en momentos de tensión, en los cuales sientas que no tienes un control absoluto de la situación.
Respiración diafragmática: esta técnica, por el contrario, es más pausada y requiere mayor concentración, por ende para practicarla de forma correcta debes recostarte cómodamente. Pon tus manos sobre el diafragma, inhala profundamente y lleva el aire hasta tus pulmones; nota cómo tu abdomen se infla, retén el aire y, al momento de exhalar, hazlo de manera lenta para que sientas cómo tu cuerpo se va relajando poco a poco.
Respiración Nadi Shodhana: funciona en situaciones de ansiedad y en las cuales solo buscas despejar la mente. Lo que debes hacer es cerrar una de tus fosas nasales, usando tus dedos, y tomar aire por la otra. Cuando hayas respirado profundamente, cierra la fosa nasal por la cual inhalaste y ve exhalando despacio por la del lado contrario. Repite tres veces. Al principio podrá resultar algo complicado, pero con la práctica disfrutarás sus beneficios.
Perderte para encontrarte: sal a dar un paseo
Ojalá pudiéramos tener un botón para reiniciarnos cada vez que lo necesitemos. Sin embargo, en estos casos, lo único que podemos hacer por nosotros mismo es desconectarnos para conectar con nuestra esencia y voz interior. Salir a caminar, dar un paseo por el parque, o perdernos en el bosque, son actividades ideales para encontrar ese “por qué” o “para qué” que muchas veces nos cuestionamos.
Al salir, intenta practicar la conciencia plena. Es decir, concéntrate en los pasos que das, en los sonidos a tu alrededor, si es el caso de la naturaleza; adéntrate y escucha el cantar de los pájaros, fija tu mirada en las hojas de los árboles o en el viento que las mueve. Es un ejercicio que además de relajarte, te permitirá trabajar tu memoria y concentración; y practicar la gratitud del aquí y el ahora.
Obsérvate desde afuera
Esta técnica de meditación es ideal para autoevaluar tus sentimientos, emociones y experiencias recolectadas a lo largo de tu vida. Regla base: NO JUZGAR.
Intenta sacar un espacio al finalizar el día para hacer un rastreo de todo lo que hiciste, dijiste o pensaste. Ve a un lugar tranquilo, toma una postura cómoda, cierra tus ojos y permítete revivir cada imagen de lo sucedido. Esto te ayudará a ser más consciente de todas las decisiones que tomas y lo que éstas causan en ti, además de aprender a no tomarte personal muchas de las cosas que suceden a diario.
¿Cuánto tiempo meditar para lograr resultados?
No existe un tiempo mínimo o máximo para meditar. Si bien es cierto que practicarlo todos los días te permitirá disfrutar mayores beneficios, su duración depende de ti. Si te consideras un principiante, lo más ideal es que comiences con pequeños bloques de tiempo, es decir entre 5 y 8 minutos al día, y a medida que te vayas sintiendo más a gusto o preparado, aumentes estos intervalos.
El tiempo te lo irá pidiendo tu propio cuerpo y mente ¡Así que no te preocupes!
Expertos aseguran que estos minutos son suficientes para desconectarte y sentirte más relajado; tanto al iniciar como al finalizar el día.
Convierte la meditación en un hábito de vida
¿Quieres cambiar tu estilo de vida y disfrutar todos los beneficios de la meditación? La constancia es la clave. Como ya sabes, meditar no solo es adoptar una postura, cerrar tu ojos y poner tu mente en blanco; pues hay mil formas de practicar este ejercicio a través de lo que observamos, escuchamos e incluso, tocamos a diario. Conecta con la que más te guste y comienza a vivir más de eso que llaman: ¡Un día a la vez!
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